El ministerio de Defensa y de Cancillería, como sucede cada verano desde 1904, deben ocuparse de reabastecer la totalidad de las bases antárticas, relevar dotaciones y cumplir programas de ciencia.
Observan a Petrel
Patricia Ortúzar, directora nacional del Antártico (DNA), es responsable y ejecutora del Plan Anual Antártico 2023/24, Científico, Técnico y de Servicios, en el que la cancillería fija las pautas de la política exterior antártica. Está bajo la órbita de la secretaría de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur ahora a cargo de Paola Di Chiaro. El primer objetivo en el Programa Infraestructura, Desarrollo y Mantenimiento de Bases, Refugios y Laboratorios del Plan Anual Antártico es el inicio de la Fase II del Plan de Desarrollo de la base Petrel, programa que arrancó el verano pasado. Se trasladarán en el rompehielos Irízar 190 toneladas de estructuras, 30 toneladas de columnas y 54 toneladas de aislación para la construcción de la nueva casa de esta base que había resurgido por iniciativa del exministro Agustín Rossi. El asunto viene con una complicación ambiental -aunque subsanable-. Podría implicar demoras con el costo operativo de aplazar actividades.
Sin explicaciones lógicas del entuerto ambiental, voces de “expedicionarios del desierto blanco” como se definen quienes pasaron invernadas en bases, apuntan a cierta oposición histórica de la Fuerza Aérea al desarrollo de Petrel (ex base operada por la Aviación Naval). Es un dato conocido por propios y rivales externos que el crecimiento de Petrel por ubicación geográfica y acceso multimodal es un hub de acceso estratégico a la Antártida, opacaría la auto percibida preponderancia de Marambio.
Fuente: Ámbito





