Ordenar tus finanzas, después ahorrar e invertirlos puede hacer la diferencia a la hora de conseguir tus objetivos.
Desde acá, no hay dudas que el primer puente a cruzar es armar un presupuesto y fijar objetivos. Esto no debe ser una “tarea” de un domingo en el que uno este aburrido, sino que es un “trabajo” que debe ser tomado con responsabilidad, constancia y metodología en el tiempo. Nada es mágico…y poco hay sin esfuerzo.
La organización de este primer paso idealmente debe llevarnos a tener un ahorro. Concepto que, en una primera definición, es el excedente de ingresos que nos queda después de los gastos. Mientras que la inversión, que es donde nos vamos a focalizar, es buscar potenciar ese excedente. En otras palabras, invertir (en activos financieros, por ejemplo) tiene como meta incrementar esos ahorros en el tiempo; o en su defecto, buscar que esos ahorros no pierdan su “poder de compra”.
Ahora bien, a la hora de decidir armar una cartera de inversiones, creemos interesante tener en cuenta cuatro pasos:
OBJETIVO
Para qué voy a invertir. Quiero preservar mi capital (protegerlo de la inflación), buscar una rentabilidad (para, por ejemplo, unas vacaciones) o hacerlo crecer en el largo plazo (para mi jubilación, o educación de mis hijos)
PLAZO
El horizonte de inversión, o el plazo, en el que estoy dispuesto a mantener mi inversión. Depende de la necesidad de esos ahorros.
RIESGO
Analizar mi aversión o tolerancia al riesgo; es decir, el nivel de riesgo que estoy dispuesto a asumir. Tiene relación a mi actitud frente a la incertidumbre que genera el resultado futuro de esa inversión
RENDIMIENTO
Es la rentabilidad esperada de esas inversiones. Recordemos que el rendimiento o ganancia esperada, tiene una relación generalmente inversa con el riesgo asociado.
¿Qué me puede ayudar a “ordenarme” para contestar estos pasos? Mi perfil de inversor. Te ayudará a definir cuál es tu actitud frente a las diferentes opciones de inversor, y elegir cuál es la más adecuada para vos. ¿Por qué? Porque evaluará tu tolerancia frente al riesgo, conocimientos y experiencia, objetivo, plazo.
Llegado este punto, es bueno que sepas que hay inversiones para todo tipo de perfil -seas muy conservador (o no quieras exponerte a perder parte de esos ahorros por una decisión), o muy agresivo (que significaría que, con tal de hacerlos crecer fuerte, estás dispuesto a perder parte de los mismos)-.
Clasificar a los diferentes activos financieros desde este lugar puede ser, una primera aproximación, muy útil para aquellos que comienzan. Así en un universo amplio podemos encontrar opciones muy conservadoras como FCI T+1 o Money Market, o algunas letras del Tesoro de muy corto plazo, que buscan una tasa de interés determinada. Estás últimas, y salvando diferencias, pueden ser vistas como una opción a un plazo fijo tradicional. La probabilidad de perder parte de los ahorros en el proceso es muy baja.
Mientras que, en contraposición, podemos mencionar las acciones, Cedears o lo que se llaman derivados. En estos últimos, por ejemplo, hablamos de futuros (un contrato para comprar o vender a un precio determinado una cantidad determinada de un activo subyacente) y opciones (un derecho a comprar o vender un activo determinado a un precio y fecha establecida). Ambos conceptos ameritan mucha mayor explicación, pero lo importante acá es entender que el riesgo asociado puede ser (muy) alto.
Dicho esto, y a modo de conclusión, la clave es entender que primero ordenar tus finanzas, después ahorrar e invertirlos puede hacer la diferencia a la hora de conseguir tus objetivos. El segundo punto será buscar un buen asesoramiento que identifique tu perfil, como necesidades, y te ayude a armar una buena estrategia. Siempre sabiendo que las opciones están, y que la decisión es tuya.
Por Sabrina Corujo
Fuente: Ámbito





