Las autoridades japonesas no descartan más medidas para terminar con la «volatilidad» en los mercados. Se teme por un derrumbe mayor de la moneda.
La FED, desde marzo de este año, ha aplicado una serie de subas que elevaron sus tasas a un rango de entre 3% y 3,25%, con el fin de detener una inflación que ha llegado a máximos de 40 años.
En cambio, en el caso japonés, sus tasas son cercanas a cero e incluso llegan a ser negativas para los depósitos que hacen los bancos en el instituto emisor, con el objetivo de que estos presten más, por lo que los intereses retribuidos por los bonos en dólares son más atractivos para los inversores de los cotizados en yenes.
La caída del valor de la moneda japonesa representa una problemática para el país porque encarece las importaciones de alimentos y de energía, a las cuales tiene que recurrir Japón por no poseer en gran volumen dichos recursos; aunque, al mismo tiempo, infla los ingresos en el exterior trasladados a yenes de las multinacionales japonesas.
Según los analistas, la devaluación del yen continuará mientras sigan difiriendo ambas políticas monetarias, y el mercado descuenta que en noviembre la FED aplicará una nueva suba de 75 puntos porcentuales, la cuarta consecutiva.
Para ponerle un freno a la caída, se especula que el gobierno japonés intervendrá una vez más en el mercado de cambio, algo que se especula que ya lo está haciendo en pequeña escala aunque no se lo haya reconocido oficialmente.
Su primera intervención para sostener al yen fue a fines del mes pasado, un hecho inédito desde la crisis financiera asiática de 1998.
El ministro de Finanzas, Shunichi Suzuki, señaló en declaraciones difundidas por las agencias AFP y DPA que las fluctuaciones en el valor eran «absolutamente intolerables» y «especulativas», y reafirmó la posibilidad de que las autoridades adopten una «respuesta adecuada» para estabilizar la moneda.
El funcionario se negó a responder sobre si las autoridades han intervenido en los últimos días.
En la misma línea, el gobernador del BoJ, Haruhiko Kuroda, admitió que la reciente depreciación del yen «es rápida y unilateral», lo cual aumenta la incertidumbre y añade dificultades a que las empresas elaboren planes de negocios.
«Es negativo para la economía y desfavorable», subrayó.
No obstante, defendió la política de expansión monetaria del banco central, al considerar necesario respaldar la economía y lograr estabilizar los precios de manera sostenible y estable.
En ese sentido, los funcionarios del Banco de Japón ya descartaron una suba de tasas para la reunión monetaria programada para la semana próxima.
Fuente: Ámbito



