La reunión de mandatarios adelantó la postura. Y aportó las adhesiones que necesitaba Unión por la Patria para frenar el decreto.
José María Carambia y Natalia Gadano de Por Santa Cruz que responden a la fuerza de Claudio Vidal; Mónica Silva, reemplazante en la silla que dejó Alberto Weretilneck para asumir la gobernación en Río Negro; Lucía Crexler, de Comunidad, el sello del neuquino Rolando Figueroa (quien hoy se reunió con Guillermo Francos y Nicolás Posse) votaron en contra del DNU. También Edith Terenzi, de la UCR de Chubut, también se pinto de rojo en sintonía con la posición de Ignacio Torres, el mandatario del PRO. Es decir, cinco de los nueve rebeldes llegaron desde la Patagonia. Inclusive sin Martín Lousteau ni los federales Edgardo Kueider y Carlos Espínola hubiese alcanzado para acertarle el primer tiro al decreto de Milei.
El jueves en Madryn, tras leer un duro comunicado, las cámaras se apagaron cerca de las siete de la tarde, pero se llevó adelante una segunda reunión, menos publicitada: la de los seis gobernadores con los legisladores nacionales que responden a esas provincias. Allí se terminó de cocinar lo que en el lobby del hotel Rayentray era comentado: «En el Senado el DNU no pasa, en Diputados es final abierto». Es que en la Cámara Baja los legisladores respoden más a sus bloques que a los legisladores, con lo cual ese impacto se reduce.
El malestar en la Casa Rosada también se hizo notar: no le envío a ningún gobernador patagónico el borrador de ley ómnibus que le envío a los del resto del país (expecto los peronistas, también excluidos de la lista de difusión). Una tensión, además, que se trasladará a las negociaciones que restan y que hacen prever un camino lleno de espinas hacia la estación final del recorrido: la firma, tal vez, del Pacto de Mayo.
Fuente: Ámbito





